El hombre se conforma a lo prefijado por su mente
y lo toma por
maestro.
¿Quién es el hombre
extraordinario que se priva de ello?
¿O sólo el hombre que penetra la alternancia de las cosas lo
toma por maestro?
Así también el necio,
cuando admite que
afirmación y negación
preceden a lo fijado
por su mente.
Tan ilógico como partir
hoy para Yue y llegar ayer,
o afirmar que es
visible lo invisible.
Y aunque ello fuera
cierto,
si ni siquiera Yu el
divino podría entender ese misterio,
¡cómo iba a
entenderlo yo!
La palabra no está hecha sólo de aire,
la palabra tiene un
decir,
pero lo que dice no
es nunca fijo.
¿En verdad existen
las palabras?
¿En verdad se
diferencian del piar de los pájaros?
¿Quién ha ensombrecido el Tao,
distinguiendo la
verdad de la mentira?
¿Quién ha confundido
a las palabras
distinguiendo
afirmación de negación?
¿Dónde se encuentra
el Tao ausente?
¿Dónde las palabras
imposibles?
Tras los mínimos
acontecimientos
el Tao se esconde.
Tras su máximo
esplendor
las palabras se
ocultan.
Los Capítulos
Interiores de Zhuang Zi, Capítulo II,
Madrid, Trotta, 1998. Trad. de Pilar González España y Jean Claude
Pastor-Ferrer.
Casi dos
años sin actualizar es demasiado tiempo. Lo cierto es que no tengo muy claros
los motivos de este silencio, los hay personales y profesionales, por supuesto,
pero quizá, por encima de todo, fuera el
vértigo el que me hizo callar, ese vértigo tan familiar para muchos sinólogos incipientes
desbordados por una lengua y una cultura
que, a menudo, nos ajustan las cuentas y nos recuerdan nuestra absoluta ignorancia.
He leído y traducido mucho, unas veces por el puro placer de hacerlo; otras,
por motivos académicos. En todo caso, y valga como mala justificación para los
cuatro lectores que solían pasarse por este rincón, regreso más leído, con
algunas lagunas cubiertas y ojalá que un poco menos ignorante.
En estos
casi dos años, se han multiplicado los cursos de chino, los blogs dedicados a
China y las conferencias sobre protocolo, fundamentales para aprender que
al magnate de Shenzhen que viene a sacar
a su empresa de la ruina no se le debe estrujar la mano, palmearle la
espalda y, aún menos, regalarle un reloj
de cuco o mencionarle el número 4, ya saben ustedes. Mo Yan ganó el premio Nobel y me alegré tanto que estuve a
punto de retomar el blog entonces. Xi Jinping es el nuevo secretario general
del Comité Central del PCCh. China compite por la supremacía económica,
energética, olímpica, etc…Y para demostrar que esto va en serio, se
proponen construir en sólo 90 días el
rascacielos más alto del mundo en Hunan, la tierra de Mao. Asoma de nuevo la vieja
paranoia occidental del terror amarillo, unas veces bajo la máscara de anónimos
genios informáticos dispuestos a tumbar twitter o hackear los planes secretos
del Pentágono; otras, bajo el disfraz de
la admiración con la que algunos nos felicitan por hablar chino, “la lengua del
futuro”, topicazo con el que conjuran
sus pesadillas de un mundo controlado por China. Los amigos del fanzine 2000maníacos dedicaron un estupendo monográfico al peligro amarillo en la cultura popular.
Les confieso que este blog no existiría sin aquellos Bo Xilai o Gao Ping del
cómic y del cine que colmaron mi infancia de chinos más malos que la quina,
luchadores mancos, karatecas locos y asesinos con bigote y trenza ocultos tras
un biombo lacado. Como tampoco existiría sin ciertos viajes, ciertas personas y
sin las obras que me hicieron enamorarme de la literatura china: el Zhuangzi,
el Daodejing, el Viaje a Occidente, el Sueño en el pabellón rojo, el
Shanhaijing, los Cuentos de Liao Zhai, la poesía de Li Shangyin, Li Qingzhao o
Bai Juyi…
Ahora que
saben que en el origen de mi amor por China está el wushu y el pulp más popular
y plebeyo, espero no ofender a ningún mandarín si, de vez en cuando, entre un fragmento de Han Fei o un poema de Han Shan se me cuela el diabólico doctor Fu Manchú o el Maestro de los Dedos Rotos. En esta segunda y esperemos que más fructífera etapa, además de
reseñas voy a introducir textos que, si el tiempo y mi constancia lo permiten,
irán conformando mi pequeña antología de
la literatura china. En muchas ocasiones, ofreceré dichos textos en lengua original,
pinyin y castellano. Confío en que resulte útil para los estudiantes de chino
que se asomen a curiosear por aquí .
He
querido regresar con un fragmento del Zhuangzi, uno de mis libros de cabecera, una
obra inagotable, inclasificable, transgresora, desbordante, por la que jamás me canso de perderme. Sin duda, hablaremos del Zhuangzi con frecuencia. Hoy, para seguir con el tono ligero de esta entrada y para quitar las telarañas y el polvo que ha acumulado el blog durante tan largo abandono, me despido con dibujos animados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario